Un viernes más aquí estoy dispuesta a invitarte a un café. Ya he cogido sitio, estoy sentada en nuestra mesa y me he pedido mi clarito con leche desnatada y sacarina pero estoy deseando que llegues.
Y es que hoy tengo más ganas que nunca de verte porque el café de hoy está dedicado a la amistad.
Ahora que no pasa un día que no sea "día de algo" yo he tenido mi particular semana de la amistad. Nada extraordinario estarás pensando, amigos los tenemos todos. Espero que sí, pero esta semana yo los he tenido muy presentes y he vuelto a darme cuenta de lo importantes que son.
Si estuviésemos tomando un café te contaría que empezaba la semana celebrando el cumple de Antón pero también un poco preocupada por la operación a la que iban a someter a una amiga. Mi amiga es extraordinaria y, aún con el miedo en el cuerpo (porque yo sé que lo tenía...) fue capaz de seguir hablando con nosotras, para tranquilizarnos, en el chat de whattsap como si no pasara nada. Afortunadamente todo salió genial porque tuvimos mucha suerte y un estupendo equipo de profesionales que cuidó de ella pero para mí fue genial saber que al otro lado del teléfono (alguna a miles de kilómetros de distancia) tenía ocho amigas. Ocho amigas igual de angustiadas que yo (a lo mejor no tanto, porque lo de ser médico, que mola para muchas cosas, también te hace ser consciente de la cantidad de cosas que pueden torcerse) con las que poder compartir los: "niñas, cómo estáis" " yo deseando tener noticias"" todo va a asalir fenomenal". Hasta que a mediodía nos llegaban noticias del hospital: están terminando, todo está bien. En ese momento respiré, y sé que lo hicieron ellas también. Y yo pude comprobar una vez más que, por malo que sea lo que te toque vivir, si lo compartes con tus amigos lo llevarás infinitamente mejor.
Si estuviésemos tomando un café te contaría que el martes, ya más tranquila por las buenas noticias que llegaban del hospital, me reuní con otro grupo de amigos. Ya te he hablado de ellos en otras ocasiones: son mis Diamantes. Una de las amigas de este grupo ha vuelto a ser madre después de 10 años y nos fuimos a conocer a nuestra pequeña Martina. Esta vez nos reunimos en su casa para nuestro desayuno porque yo, después de ser madre, lo de las visitas al hospital lo tengo muy restringido: mi hermana y muy poco más. Allí nos fuimos con nuestra cesta de frutas y cookies; otra de las cosas que aprendí al dar a luz, por lo menos en mi caso, es que el mejor regalo que puedes recibir es fruta y galletas. Creo que me habría alimentado con estas dos cosas durante los dos primeros meses.
Cuando mi amiga nos dijo que iba a volver a ser mamá, lo primero que me vino a la cabeza fue: qué pereza!! Sin embargo, ella estuvo tan contenta durante todo el embarazo y la encontré tan reluciente ahora que mis dudas se han disipado: ella tenía razón, evidentemente fue su mejor decisión.
Si estuviésemos tomando un café te diría que ayer tuve la tercera demostración de amistad. Hace meses un grupo de compañeros de trabajo pusimos en marcha una "cooperativa". Ponemos nuestro turno a disposición de la comunidad y, con pequeños sacrificios de todos, hacemos magia para conseguir un turno mejor que nos hace muchísimo más felices. Y la encargada de hacer la magia soy yo. La verdad es que es un poco rollo y además hay que hacerlo todos los meses pero no se me da nada mal. Lo mejor de todo, es que el hecho de pertenecer a este grupo nos ha hecho desarrollar una cercanía y buen rollo que nos ha convertido en amigos. Y ayer estos amigos me sorprendieron con un regalazo: una Kanken amarilla que casi me hace caer de culo, además de un fular y unos pendientes. Evidentemente yo no hago esto esperando recibir un regalo pero ¿a quién le amarga un dulce?
Si estuviésemos tomando un café te diría que esta semana he vuelto a 220 beats a seguir probando el efit. Cometí un error de principiante confesando a mi entrenador que no había tenido demasiadas agujetas en el abdomen. En realidad lo que quise decir fue que el abdomen era la única parte de mi cuerpo que podía moverse con cierta normalidad. Pensé morir con la caña que me metió pero la verdad es que saber que sólo dura 20 minutos, psicológicamente, lo hace más llevadero y esta vez, sin que me oiga nadie, llevé mucho mejor las agujetas. También volví a la domadora porque me tocaba pesaje. Después del susto que me llevé cuando me pesé al volver de Londres, las aguas han vuelto a su cauce y vuelvo a estar en mi peso objetivo de mantenimiento, con lo cual tengo a la jefa contenta y un nuevo margen de un mes. A ver qué pasa.
Muchísimas gracias por compartir este café conmigo, como siempre lo he disfrutado muchísimo. Si te apetece nos vemos de nuevo la próxima semana. Te espero En la nubes...
Semanas con amig@s q bonitas , son como los matrimonios "en la salud y en la enfermedad"
ResponderEliminarAy Lo, hoy café y lagrimas para desayunar!😘😘😘
ResponderEliminarQué maravillosa es la amistad bien entendida. Yo también soy afortunada como tú , porque tengo un grupo de amigas íntimas desde el colegio, desde mi infancia que siempre estamos ahí cuando nos necesitamos para compartir alegrías y sobrellevar las penas. También tengo otro grupo de amigos/as del trabajo que nos conocemos hace años que nos entendemos y nos ayudamos a ser mejores profesionales, a parte de compartir nuestros buenos y malos momentos. En fin, que me considero una persona muy afortunada. Saludos
ResponderEliminarHola Lo. Me encanta tu blog. soy Elena y soy médico como tu... Y tb trabajo en urgencias... Tengo curiosidad por saber en qué consiste esa " cooperativa" de turnos... Un abrazo
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