Conocíamos Oporto de pasada. Habíamos estado en dos ocasiones pero sólo una noche y teníamos una imagen horrible de la ciudad. Sin embargo, gracias a Pinterest, decidí darle una segunda oportunidad. Encontré fotos tan bonitas que estaba segura de que mi primera opinión tenía que ser errónea.
Y claro que me equivocaba. Oporto es una ciudad Pinterest. Mires donde mires es todo tan fotogénico que tienes que obligarte a separarte de la cámara para disfrutar de verdad.
Para alojarnos elegí un apartamento a través de Airbnb situado justo por detrás de la Torre dos Clérigos. La elección no pudo ser mejor. Un apartamento pequeñito, perfecto para dos, a tiro de piedra de todos los sitios que queríamos visitar y en un barrio con un toque decadente, de esos que sólo encuentras en Portugal.
Que me gusta viajar es algo que ya te he contado en muchas ocasiones, ya no viajo tanto como antes y, cuando lo hago, mi forma de hacerlo también ha cambiado bastante. Antes pateábamos las ciudades, desde primera hora hasta el anochecer sin descanso para verlo todo. Ahora nos encanta patear, pero también disfrutar de una café con tranquilidad. Sentarte sin prisa, observar a la gente, disfrutar de un poco de lectura, son placeres que he aprendido con los años. El café Majestic con su preciosa decoración Art Nouveau es un sitio perfecto para hacerlo. Probablemente sea uno de los cafés más caros de la ciudad pero vale la pena.
Entrar en la Estación de Sao Bento y colocarte en una esquina de la entrada principal para ver cómo van y vienen los viajeros. Imaginarte sus destinos, sus historias, mientras fuera cae un chaparrón como si no hubiera un mañana.
Otro de los placeres que disfruto ahora cuando viajo es la siesta. Hace unos años me moriría pensando en perder tiempo durmiendo con toda una ciudad esperándonos. Pero ahora es un imprescindible. Te puedes imaginar lo bien que sienta comer una francesinha y después retirarte a descansar un ratito. Desperezarte y salir de nuevo a disfrutar Oporto...eso es vida!!
Subir a la Torre dos Clérigos, con sus más de 200 escalones, es una experiencia imprescindible. Las vistas desde arriba son impresionantes. Eso sí, si tienes claustrofobia, no te lo recomiendo. Las escaleras son estrechas y no hay demasiado control en el número de gente que sube y baja con lo que son frecuentes las aglomeraciones.
Visitar sus tiendas de ultramarinos, eco de su pasado de colonias, es una verdadera maravilla: Conservas, aceites, cafés...
Tampoco te puedes perder la visita a la librería Lello e irmao, una de las más bonitas del mundo según dicen. La verdad es que es espectacular pero para mi gusto le sobran turistas y le falta respeto por los libros.
Tanto el dueño de nuestro apartamento como mi amiga Ana nos dijeron que, si vas antes de las diez de la mañana te permiten hacer fotos. Y allá que nos fuimos claro. Lo cierto es que no abren hasta las diez en punto así que no puedes imaginar el montón de gente que había. Hordas de turistas con cámaras y muy poquito interés por la literatura.
También visitamos monumentos, pocos pero alguno sí como el Palacio de la Bolsa. Sólo accesible con visita guiada así que tenlo en cuenta si eres alérgico a esta modalidad. A mí personalmente me gustó, lo hacen entretenido y el edificio es precioso.
Lo que no te puedes perder es la Ribeira. Paseo lleno de restaurantes y bares, edificios de colores preciosos llenos de encanto donde apreciarás las belleza de la colada tendida en las ventanas. En Oporto han conseguido hacer una arte de esto.
Si te apetece puedes animarte a un crucero por el río. Cuarenta y cinco minutos de duración y vistas preciosas. Eso sí, turístico a tope.
Te decía que durante el fin de semana la lluvia no nos había dado tregua. Éste es uno de los pocos momentos de sol, con nubes eso sí, y no me pude resistir a fotografiarlo, claro...
La verdad es que ahora que he vuelto a repasar las fotos y los recuerdos del viaje, la verdad es que no me lo pasé mal. He vuelto encantada de Oporto, de sus gentes, amables y divertidas, de su gastronomía (si te atreves con la francesinha plantéatelo como única comida del día, es "too much") y de su estilo. Porque Oporto, para mí, es como una de esas señoras mayores de aldea. Con sus arrugas, con su pañuelo en la cabeza y su mandil conservan toda su belleza y su estilo.
Ésta es mi visión de Oporto, ojalá te animes a visitarla y me cuentes qué te parece.
Yo estube hace años. Nunca había visto llover tantísimo. Pero tengo un recuerdo precioso de la ciudad. Nos encantó!
ResponderEliminarYo estoy enamorada para siempre de Oporto!
Eliminarayy esa librería me acuerdo una autentica pasada, me has traido un montón de recuerdos, que bonita ciudad!!!
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