Así que si estás preparado, pide tu café o lo que te apetezca porque hoy invito yo. Empezamos?
Hace ya algún tiempo que vengo asomándome por aquí contándote historias más o menos interesantes que le ocurren a una familia normal como la mía. Al principio escribía con miedo al ridículo pero con la tranquilidad de que sólo mi familia (aunque con una veintena de tíos y otros tantos primos la audiencia ya era bastante) y mis amigos más cercanos me tenían el cariño suficiente como para sentarse a leer mis desvaríos. Poco a poco la cosa fue aumentando y pensé que había tocado techo el día que unas profes del cole de mis hijos que yo no conocía de nada, me reconocieron y me dijeron que me leían.
Pero aún así yo me sentía bastante libre de poder escribir estas cosas que pasan por mi cabeza y compartirlas contigo. Hasta que llegó EL POST. El post que batió todos los récords no fue fruto de una mala guardia o una pataleta caprichosa. Ese post surgió del estado de malestar que nos rodea a muchos de los profesionales que trabajamos en la urgencia. Pero si no fuera por ti, que lo compartiste, y por tu amigo, y el otro y el otro y el de más allá que hicieron lo mismo, este post habría sido uno más.
Sin embargo, algo que han leído 100.000 personas y que, por lo que he leído en tus comentarios, refleja una sensación común entre los profesionales que nos dedicamos a esto de las urgencias, no puede caer en saco roto. Hemos dado el primer paso y de nosotros depende que esto sirva para algo más. Alguien puede pensar que éste no es el foro adecuado para intentar mejorar el estado de nuestra sanidad. A mí me parece que todo lo que suma no resta y, como todos (profesionales y usuarios) somos parte del problema y de la solución, creo que todos debemos trabajar juntos para avanzar.
No soy tan ingenua como para creer que unas pocas palabras van a solucionar las cosas pero estoy convencida de que las grandes revoluciones empezaron por pequeñas cosas. No soy una heroína, no represento a nadie pero no van a callarme. Nadie debería callarnos.
Pero en nuestro café no sólo hablamos de cosas serias, realmente nos encanta reirnos y compartir nuestra semana. El gran acontecimiento de la mía fue el partido de fútbol de Anxo de ayer. En palabras del propio Anxo: el partido más importante de su carrera de seis años. Perdieron. Pero eso es lo de menos. Él volvió feliz, encantado con su papel en el campo y contentísimo con sus compañeros. Pues poco tengo que añadir. Bueno sí, que odio ir a los partidos, que sufro muchísimo y no me compensa, que me molestan profundamente los comentarios de los padres, muy respetuosos ayer, pero me irritan igualmente. De todos modos me quedo con las celebraciones de los goles cuando todos se abrazan como una piña y con el pobre árbitro que no para de detener el juego para atar los cordones de las botas de los niños. Así que continuaremos con nuestra división de poderes: yo me encargo de llevarlo a los entrenamientos y su padre y los abuelos a los partidos. Creo que es bueno para la salud mental de todo el mundo.
Y hoy les dan las vacaciones de Semana Santa. Yo, por primera vez desde mis permisos de maternidad, voy a tener casi tantas vacaciones como ellos. Por arte de
Me ha encantado, me siento tan identificada con tus sentimientos de madre de futbolista! Esos padres :-( ese árbitro :-) y ese sufrimiento que te invade de pies a cabeza cuando lo ves luchando en el campo -con sus pocos años, inexperiencia e ilusiones- como si le fuera la vida en ello! :-|
ResponderEliminarUn beso muy fuerte, Lo. Me ha encantado conocerte.
A disfrutar de la Semana Santa con tus pequechiños!!
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