Un viernes más aquí estoy preparada para compartir un café contigo. En esta última semana me han pasado cosas muy chulas que tengo muchas ganas de contarte. Porque soy bastante gruñona pero también agradecida...
El sábado pasado mi hijo Antón sufrió un pequeño accidente, afortunadamente sin consecuencias graves, que me hizo darme cuenta de varias cosas. La primera que, aunque a veces no nos lo parezca, hay gente muy buena en este mundo. Gente que no conoces de nada y se desvive por echarte un cabo cuando más lo necesitas. La segunda es que hemos formado una familia increíble. Que mi marido es un crack (eso ya lo sabía desde hace mucho tiempo pero ahora me quito el sombrero y además lo hago públicamente) y que nuestros hijos son de otro planeta. Que entre los tres se apañan perfectamente y que, aunque mamá esté de guardia, ellos tiran para delante sin casi despeinarse. Y créeme que la cosa era para despeinarse, al menos un poquito.
Una vez más, mis compañeros de trabajo han demostrado que son mucho más que compañeros. Preocupados por la salud de Antón pero organizándolo todo para que yo pudiera estar con él sin preocuparme de turnos o permisos. Hay tantos amigos y familia a los que tenemos que dar las gracias que es difícil hacerlo en persona y por eso quiero aprovechar este altavoz para hacerlo. Gracias por la preocupación, por las llamadas, por los chocolates, por la cerveza de mantequilla, por los libros, por la compañía y por todas las visitas. Porque ya lo dijo Antón cuando nos subían a la habitación: es maravilloso saber que hay tanta gente detrás de uno apoyándote cuando las cosas van mal. Nada que añadir.
El martes, un día después de salir del hospital, teníamos una cita importante que no podíamos perdernos. La inauguración de la exposición de fotos de la ONG Ecodesarrollo Gaia, era nuestro acontecimiento de la semana. Y fue un éxito rotundo. Ver el salón lleno de amigos, de compañeros de fatigas, de gente comprometida con nuestra causa, fue tan emocionante que no lo puedo contar con palabras. Escuchar a algunos senegaleses, testigos directos y beneficiarios de nuestro proyecto, contar lo importante que es nuestra labor para su comunidad nos dio un chute de energía tan grande que creo que este año no vamos a necesitar avión para llegar a Senegal, podemos ir volando!
Pero esta semana también hay un tema candente en la actualidad de nuestro país. Aunque en el país del arcoiris que es Instagram (que ya sabes que es mi red social favorita) no se menciona este tema, dentro de dos días hay convocado un referéndum en Cataluña. Sin entrar a valorar su legalidad, hay un hecho objetivo: dos posturas enrocadas y diametralmente opuestas. Unos estarán a favor de votar, otros en contra, algunos querrán la independencia y otros ni oír hablar de ella. Después de muchos días siguiendo el conflicto minuto a minuto tengo una cosa clara: los únicos razonables son algunos ciudadanos que de forma tranquila y sosegada han expresado sus distintos puntos de vista en diferentes medios de comunicación, pero también su deseo de hablar. Parlem. Las banderas no pueden imponerse, las banderas y el patriotismo son sentimientos que proceden de vivencias personales, de razones históricas o familiares pero que, en definitiva, no pueden cambiarse a gritos de A por ellos. Creo que los políticos, como tantas otras veces, no están a la altura, pero los ciudadanos no debemos escondernos. Expresémonos con educación y respeto al que está enfrente. Que no nos pare el miedo a perder un like.
Como todos los viernes también hoy te traigo recomendaciones. Un libro increíble de Sergio del Molino, La hora violeta. Su autor narra en él la pérdida de su hijo tras una leucemia. Utiliza las palabras de una forma terapéutica sin caer en ningún momento en el morbo o la ñoñería. Como madre es una lectura dura pero absolutamente recomendable. Como médico diría que imprescindible.
Hay un documental del que creo que no hablé nunca por aquí que se llama Las sinsombrero que cuenta la historia de las mujeres de la generación del 27. Intenta sacar tiempo para verlo porque no te arrepentirás. Escritoras, pintoras, filósofas...mujeres valientes y pioneras injustamente olvidadas por el hecho de ser mujeres.
Para terminar traigo música. Es mi canción favorita de Amaral, uno de los grupos que más veces he visto en directo, la última vez este verano, primer concierto de "mayores" de mis hijos. Se llama Revolución. Ojalá te guste y decidas quedarte por aquí. Si es así nos vemos el lunes y te llevo de viaje a Estocolmo. Buen fin de semana!
Me gustan mucho estos cafés. De hecho, hoy, abierto Instagram y ante el aviso de nuevo post, me he contenido, no he pinchado en la imagen y me he ido a por un cafelito para acompañarte.
ResponderEliminarComo tú, creo en las palabras. Deben ser ellas las que nos salven. Ojalá se impusiera la cordura y el diálogo.
El documental es una gozada y una necesidad. No hay libros de texto que las mencione. Yo me he propuesto ese reto, de nuevo, para este curso y los que hagan falta.
Espero con gana el siguiente café, que ya llega el otoño en su esplendor y se agradece.
Besos asturianos.
Jo, te había dejado un comentario sobre lo enganchada que me tiene tu blog y sobre la lectura de La hora violeta, pero la tecnología esta en mi contra.
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