Una revelación como ésta, de semejante magnitud, necesita un café. Bueno, en realidad necesitaría un gintonic, pero como no son horas vamos a conformarnos con el cafetín.
Ya te he contado en otras ocasiones lo mucho que yo
Pero claro, después de unos meses ejerciendo de madre de futbolista, he empezado a ver las cosas de otra manera. Contra todo pronóstico, el fútbol ha traído muchas cosas buenas a esta casa. Ojo, que no pierdo de vista a esos padres energúmenos ni a esos clubes competitivos desde los 5 años, pero soy capaz de quedarme con lo bueno.
Ayer por la tarde Anxo tuvo entrenamiento. Mientras esperaba en la grada se acercó a hablar con los padres uno de los directivos del club. Quería entregarnos una documentación de los niños pero nos dio tiempo a charlar un rato. Pasaba de los cincuenta y nos contó que era camionero. Acababa de llegar de Valladolid y hoy salía de nuevo hacia Barcelona. Y, en su tiempo de descanso, se dedicó a tareas del club y, por supuesto, a ver jugar un rato a los chavales.
El fútbol modesto se basa en la generosidad de las personas, de entrenadores y directivos que regalan su tiempo libre a niños que, como Anxo, adoran el fútbol y sueñan con llegar a ser profesionales. Tardes de invierno de frío y lluvia y fines de semana durante todo el año que no se pagan con las cuotas que aportamos los padres.
Gracias al fútbol mi hijo tiene un nuevo grupo de amigos y ha pasado de ser un niño tímido que pasaba el balón en cuanto lo tocaba a salir al campo dispuesto a comerse el mundo y, sobre todo, a celebrar los éxitos del equipo con todo el grupo. Gracias al fútbol yo me pego unos buenos paseos dos días a la semana y tengo tiempo para leer, calcetar y charlar con mi amiga Beby con la que comparto una de las tardes de entrenamiento.
Así que ahora, cuando piense en fútbol, intentaré obviar al señor Ronaldo y compañía y me quedaré con las personas como Javi, el entrenador de Anxo, que regala su tiempo a nuestros hijos. Olvidaré a los padres que gritan al árbitro o al equipo contrario y pensaré en Anxo y sus amigos abrazados como una piña.
Y conste en acta que sigue sin gustarme un pelo este deporte pero hay que reconocerle sus méritos...¿Me estaré volviendo loca? Por favor, dime que a ti te pasa algo parecido...